Un cortesano que xa non o é

Carlos Carnicero foi un dos grandes arietes do pensamento predemocrático que os que nos gobernan puxeron en práctica para ocupar o poder de xeito permanente, mediante a destrucción dunha dereita española a que identificaron, e siguen identificando, co franquismo.
O PP non ten dereito a gobernar por ser herdeiro natural dun golpe militar, era a consigna esencial.


O que nunha democracia europea produciría sonrojo, nesta España anestesiada triunfou máis que o "Black is black" de Los Bravos.
Xa falaremos outro día desa estratexia política que estivo a punto de acabar co sistema democrático. Como poden ver no video, o perigo ainda non rematou. O que sucede e que a estes sementadores de odio que tran o que sucedeu fai 75 anos cando hai máis dun millón de familias con todos os seus membros en paro (posturitas diante da cámara dunha dereita millonaria que disfruta disfrazándose de esquerda guai. ¿Para cando unha película solidaria destes artistas, ou a donación do 20% dos seus ingresos anuales para os parados de Parla?) xa non os teñen en conta máis que aqueles ós que favorecen e aqueles outros que padecen algún tipo de debilidade mental.

¿Que pensará destes bobos aquel que camiña mirando para a punta dos zapatos, abrumado porque non lle saen as contas para poder sacar ás dúas fillas adiante despois de quedar no paro?
¿Sentirá o mesmo que cando escoitaba a aqueles outros que lle cantaban á alegría frente os graves diagnósticos?
¡Nai que os pareu a todos!, estou seguro que comenta entredentes ese do que falo e que tanto aprecio.

Parece que agora o Sr. Carnicero se sinte menospreciado e anda sacando á luz os trapos sucios desa estratexia impresentable.
Por elo é moi interesante que se paren un momento a reflexionar co que nos conta. Axudaralles a imaxinar o que hai detrás do decorado e permitiralles colocar o video do que vimos de falar no lugar que lle corresponde.

Por suposto que a todos estes lle importan un pepino os fusilados pola dictadura franquista: A esquerda seria e republicana, coa que algúns nos sentiamos comprometidos, leva moitos anos pedindo o recoñecemento dos que defenderon a legalidade republicana frente ó levantamento militar. Nos 13 anos de goberno de Felipe González oíronse moitas voces pedindo pensións inmediatas para os que pelearon no bando perdedor e placas nos cementerios para os fusilados polo franquismo.
Por eso agora sentimos náuseas ó ver a estes profesionales do mimo utilizando eses principios coma unha bomba en contra do sistema democrático.
Parece que aquela esquerda morreu ó mesmo tempo que os vellos milicianos, para deixarnos estas representacións teatrales para adolescentes coa hormona descontrolada.

Os efectos de audio resúltanme coñecidos:


¿Non me digan que non ten a súa gracia a cuestión?

La explicación de la inexplicable dependencia psicológica de Zapatero con Pedro J. Ramírez
15 Jun 2010

Hay actitudes que traducen la esencia profunda del alma. Una de ellas es la falta de escrúpulos ante la ética de la conveniencia, por encima de la ética de los principios, de la solidaridad con los tuyos y de la honestidad personal.
El presidente de Gobierno ha terminado en manos de Pedro J. Ramírez, que además presume privada y públicamente de su ascendiente sobre el presidente de Gobierno. Como en tantas ocasiones de la historia de intrigas de este personaje singular del periodismo que se ha hecho millonario manejando la información de acuerdo a sus intereses, ahora está de asesor y psicólogo de cabecera de un presidente del Gobierno que será apuñalado porque es sabido que el escorpión usa el aguijón por la única razón de que lo tiene incorporado a su anatomía.
La historia viene de lejos.
El padre de ese acercamiento, como de tantas ideas peregrinas, es Miguel Barrroso. Un hombre que siempre ha tenido un poderoso ascendente sobre el presidente Zapatero y que forma piña con el clan que durante mucho tiempo se ha reunido los domingos en La Moncloa, para jugar al basket con Zapatero en el verdadero consejo de ministros.
Por aquel entonces, recién llegado José Luis Rodríguez Zapatero a La Moncloa, al secretario de estado de comunicación le rondaban dos preocupaciones. La primera, “blanquear televisión española”. Esa es la expresión que utilizó conmigo. La segunda, ampliar el número de licencias de televisión en abierto para adjudicar una al grupo PRISA y la otra a sí mismo, a través de sus pactos y entendimientos con José Luis Contreras, amigo y participante con Barroso en peripecias televisivas y de asesoramiento político. Naturalmente Miguel Barrosos no tiene a su nombre ninguna acción de la empresa propietaria del ese canal de televisión. Faltaría más.
En aquella época, el secretario de estado de comunicación Miguel Barroso, estaba en trámites de separación y Pedro J. se apresuró a ofrecer un importante contrato de periodista a la que pronto sería ex mujer del asesor de Zapatero. Luego Barroso contraería matrimonio con la actual ministra de Defensa, Carme Chacón. Sin duda, el contrato que ofreció Pedro J. a la ex mujer de Barroso fue un alivio económico para quien se separaba con hijos y probablemente le alivió las responsabilidades inherentes a luna separación de esas características.
En un mundo sutil en donde los favores se confunden con los méritos, no seré yo quien discuta la capacidad profesional de la persona contratada, pero lo que no cabe duda es que los favores Pedro J. los cobra. Y además me parece que la persona contratada, una profesional del periodismo competente, hace bien el trabajo que se le encomendó. Ni un pero para ella. Que nadie entienda en esta información que se pone en cuestión la capacidad profesional de la ex mujer de Barroso. Lo que se indica aquí es la largueza de miras del director de El Mundo. Sus páginas están llenas de personas que le tienen que estar agradecidas, y eso él lo maneja como nadie.
En una entrevista de las muchas que tuvimos entonces, Miguel Barroso me pidió, “de parte del presidente”, un favor muy especial: que participara asiduamente en un programa que se iba a llamar “59 segundos” (naturalmente producido en los primeros y largos tiempos por su íntimo amigo Contreras) , en donde se iba a dar entrada a la derecha más dura, para demostrar la diferencia de talante de Rodríguez Zapatero en la utilización de la televisión pública. Cómo siempre la bonhomía del presidente tenía retranca.
La frase textual que empleo conmigo el secretario de comunicación fue esta: “El presidente y yo creemos que el único periodista que le puede parar los pies en ese programa a Pedro J. Ramírez eres tu”. Ciertamente un halago referido a una disputa con uno de los periodistas más temidos de este país por la forma en la que utiliza la información como un estilete para su conveniencia.
Yo por aquel entonces vivía en La Habana y la petición de hacer dos programas consecutivos al mes en “59 segundos” entorpecía gravemente mis proyectos, pero por otra parte, tener un cara a cara con el periodista que yo considero más amoral de este país tenía para mi un gran atractivo. Hervía entonces la conspiración organizada por El Mundo alrededor del 11-M y todavía estaba reciente la petición expresa del voto a favor de Mariano Rajoy del director de El Mundo en plena jornada de reflexión en la que Pedro J. insistía que el autor de la masacre de Atocha había sido ETA. (consúltense, por favor, las hemerotecas)
Accedí con dos condiciones. La primera, que yo me pagaría los viajes desde La Habana para que nadie aduciera trato de favor. Y la segunda, que mi retribución por participar en el programa tenía que ser exactamente la misma que la del director de El Mundo. Dije que esa era una cuestión de principios innegociable. Que no me importaba la cantidad sino la equidad. Si se trataba de desguazar dialécticamente a Pedro J. me parecía irrenunciable que la retribución fuera la misma. Así se me garantizó.
Entonces no sabía yo que ya se había iniciado el idilio entre Pedro J. y Zapatero., con Barroso como Celestina. Como el secretario general del PSOE, que es obvio recordar que era diputado en el Congreso cuando explotó el asunto del GAL, nunca se ha considerado solidario con el partido que heredó de Felipe González, su acomodo a la amistad con Pedro J. no ofreció reparos morales. Muchos socialistas con edad suficiente entenderán a lo que me refiero: Pedro J. hizo todo lo que estuvo en su mano y más, para en convivencia con Baltasar Garzón tratar de que el presidente constitucional de España, Felipe González, acabara en prisión.
Comenzó el programa y cumplí mi parte. Tengo que decir que la disfruté y que aquellas discusiones en antena con quien tanta capacidad tenía y tiene para decir una cosa y la contraria me produjeron muchas satisfacciones personales. Y además, ver a Pedro J. llegar con sus guardaespaldas, en coche blindado, mientras yo llegaba en un taxi, alimentaba en mi una especie de vocación de David frente a un Goliat de los medios de comunicación. Me sentí cómodo en aquellas broncas que sinceramente creo que casi siempre gané por goleada.
Ocurrió que me enteré un día que después de una discusión memorable sobre la utilización que del 11-M hacía El Mundo, al salir del programa, Pedro j. Ramírez se dirigió, como tantas veces después, a cenar mano a mano con el presidente de Gobierno. Y yo me enteré porque en este Madrid de alcahuetes no hay secretos que cien años duren.
Y yo me dije a mi mismo: basta de que yo me bata dialéctica con el director de El Mundo, que es para mi la manifestación menos respetable del periodismo más amarillo, y que el presidente del Gobierno y Miguel Barroso le den puntos de sutura y cariñitos en La Moncloa. Me sentí utilizado y decidí salir de esa situación sin escándalo, en silencio y sin dar otra explicación de que no me apetecía seguir asistiendo al programa. Tuve muchas llamadas para que reconsiderara mi posición pero es evidente que no lo hice.
Y hasta allí llegó mi participación en ese programa en el que recibía una importante cantidad de dinero por cada participación. Eso si, un año después de abandonar el programa -y por lo tanto sin que tuviera ninguna relación con mi decisión de retirarme- me enteré de que Pedro J. Ramírez cobraba tres veces más que yo. Ni en eso fue honrado Miguel Barroso. Mintió en todo lo que me dijo. Hasta me engañó en la única condición que puse.
Otro día explicaré como el presidente de Televisión Española, Luis Fernández, recién llegado a su puesto, en una comida en Currito, en la Casa de Campo, me sondeó para ver si me interesaría dirigir un periódico que entonces se estaba preparando: “Público”. Y yo le dije sorprendido: “pensaba que ese proyecto no era de televisión española”. Relaciono este hecho porque el nombramiento de Luis Fernández en RTVE fue obra personal de Miguel Barroso, quien cuando ya no era secretario de estado de comunicación, y utilizaba la dirección de la Casa de América para sus encomiendas políticas y personales por Latinoamérica, visito a Luis Fernández en Miami para ofrecerle televisión española. Los amigos de Barroso y de Fernández siempre están en la pole position del poder de Zapatero. Pero esa es otra historia de cómo los amigos de Zapatero se han hecho ricos en la cercanía del poder que podré contar otro día.
Lo cierto es que una amistad entre el presidente de Gobierno y Pedro J. Ramírez, que fue planificada, teniendo también en cuenta intereses personales y familiares, por Miguel Barroso no sólo ha perdurado hasta nuestros días sino que ha culminado en el hecho de que Zapatero rara vez toma decisiones importantes sin contrastarlas con el director de El Mundo. ¡Qué le vamos a hacer si la ética de la conveniencia ha sustituido a la ética de los principios¡ Estamos en una era en el que el posibilismo ha desplazado a las ideologías.

CODA 1
Lean hoxe en El País o artigo de Jorge M. Reverte Los muertos de todos. Explica moito mellor ca min cal debe ser a actitude que calquera demócrata debe tomar nestas cuestións. Xa ven que no entorno da socialdemocracia hai moita máis xente seria e responsable da que parece. E importante non darlle cobertura ós guerracivilistas que o único que pretenden é que os guerracivilistas da acera de enfrente, co brazo en alto, saquen os estandartes coas cruces gamadas. Son despreciables e un freno para o asentamento da democracia nestas terras do Sur.
Terras máis dadas ó estacazo que ó diálogo constructivo.
Por eso me resultan tan impresentables.